¡Ni el mejor vegano se salva! 😫
Todos hemos escuchado que mientras dormimos, en algunas ocasiones es inevitable no ingerir insectos que se meten en nuestra boca, (creo que la única persona que se metería una araña voluntariamente en la boca es Billie Eilish) Pues bien, ahora arrojaremos a la luz algunos datos interesantes sobre la ingesta involuntaria de insectos en nuestra vida.
¿Cómo sabemos que comemos insectos?
Todo viene de una publicación de una revista francesa de hace ya casi 20 años, en la que se afirmaba que un estudio científico estimaba que ingeríamos una media de 15 insectos al año mientras dormíamos, sin especificar ni su tamaño ni su especie.
¿Es verdad?
Pues en realidad, en la actualidad ya se comprobó dicho estudio y efectivamente, comemos 15 insectos al año mientras dormimos, sin embargo, la realidad es que la mayoría de estos insectos suelen ser ácaros inofensivos que viven en nuestra cama, así que no hay de qué preocuparse. Claramente, si dormimos al aire libre, existe mucha más probabilidad de que algún bichito de tamaño considerable termine en nuestra boca.
¿Y las arañas?
Uno de los grandes miedos de las personas es que el bicho que se coman sin querer sea una araña, sin embargo, si ese es tu miedo puedes dormir tranquilo. Un estudio científico demostró que cuando dormimos tendemos a respirar de manera sincrónica e incluso roncamos, de manera que emitimos vibraciones rítmicas cuyo foco es nuestra boca.
Las arañas son muy sensibles a cualquier vibración y generalmente tienden a huir de ellas, ya que las asocian con posibles depredadores, por lo tanto, es muy poco probable que una araña decida meterse en tu boca por su propia voluntad.
Comemos más insectos ¡DESPIERTOS!
Tal vez en este momento estés pensando que es imposible, pues tú eres un vegano perfecto que no probaría los insectos jamás, sin embargo, la FDA (Food and Drug Administration) ha calculado que consumimos 453 y 907 gramos de insectos al año sin darnos cuenta, o sea más de medio kilo anual.
¿Cómo es posible comer insectos despiertos sin ser conscientes de ello? Pues la razón se debe a que cualquier producto agrícola que consumamos no se da en un entorno aséptico, de manera que puede contener insectos de pequeño tamaño que pasen desapercibidos al lavarlo y obviamente terminan en nuestro estómago.
Por ejemplo, se estima que el brócoli congelado puede tener pulgones o ácaros y que el chocolate puede tener trazas de exoesqueletos de insectos. Los límites legales en el jugo de naranja son de cinco moscas de fruta por cada vaso; en caso de las setas o champiñones pueden contener 20 gusanos.