Esta destilería mexicana es operada por mujeres 🙌
Cada vez las mujeres estamos llegando más alto que nunca y ocupando cargos que antes era imposible. El género no es ningún impedimento para alcanzar el éxito y esto lo demuestra Hillhamn Salomé, una joven de 23 años conocida en la industria de los licores por ser una de las destiladoras más jóvenes de la Ciudad de México.
A los 19 años, Hilhamn comenzó a macerar frutas en alcohol en la cantina de su casa. Como suele pasar a esa edad, sus papás se tomaron no creyeron en la nueva “pasión” de su hija. Era muy probable que se tratara de uno de sus fugaces proyectos.
Pese a lo que todos pensaban, ella pasó de comprar marcas conocidas para hacer sus maceraciones a fraguar la idea de destilar algo propio. Así que se educó para convertirse en destiladora y comenzó a buscar inspiración en todo el mundo.
Flor de Luna
De esa forma nació Flor de luna, la única micro destilería de la Ciudad de México, abrazada por el verdor y la elegancia clásica del barrio de Bosques de las Lomas.
Este lugar nos ofrece creaciones como el licor de lavanda y de lichi, además de ginebras de diversos sabores y perfiles. El producto insignia de la casa lleva el nombre de Xila, que significa “mujer” en zapoteco.
Xila
La razón del nombre es porque la tierra, que es mujer, regala los ingredientes que se utilizan y seleccionan a mano. El nombre celebra el trabajo femenino en toda la producción.
Este mezcal se conformó de siete notas: lavanda, jamaica, clavo, canela, pimienta, piña asada y un remate de chile ancho. Las mujeres que trabajan ahí infusionan el mezcal durante siete días, para dejar reposar el caldo otros siete y filtrarlo mismo número de veces. El resultado se embotella, etiqueta y empaca en el mismo lugar.
“Cada nota se contabiliza para lograr siempre el mismo sabor: el mismo número de botones de lavanda, de cabezas de clavo, de gramos de canela”.
Afirma la joven empresaria.
Con este antecedente, Xila y Flor de Luna buscan posicionarse en los paladares nacionales como un producto premium que se elabora en forma artesanal y, además, amplía la plantilla femenina en una industria que hasta hace pocos años había sido predominantemente masculina.