Parece un buen aliado pero te traerá consecuencias negativas 😥
La pandemia del coronavirus ha obligado a prácticamente a todas las personas en el mundo entero a permanecer en sus casas para así mantener la distancia social que se necesita para evitar la propagación de este virus que ya ha provocado miles de muertes en el planeta.
Una consecuencia que se está viendo con este aislamiento social es que las personas siguen tomando bebidas embriagantes, incluso con mayor frecuencia que antes. ¿Por qué lo decimos? De seguro que ahora que estás en casa, has pensado que una buena compañía podría ser una buena copa de vino o una cerveza.
Todos sabemos, que el alcohol con moderación puede traer beneficios a nuestro cuerpo, sin embargo, no todas las personas reaccionan igual ante el consumo de este tipo de bebidas.
Eso lo explica el doctor Claudio Waisburg, neurólogo y director médico del Instituto SOMA, en Argentina, quien ha recomendado a todos aquellos que tienen como hábito beber una copa de vino al día, lo suspendan mientras se mantiene la cuarentena.
Suspender el vino en la cuarentena
Según Waisburg, hay quienes les dan mal uso a las bebidas alcohólicas, pues muchos los ven como una medicina o como un tranquilizante para poder sobre el estrés y la ansiedad que provoca el coronavirus y la cuarentena. El problema es que estar encerrados en casa hace que se pierda el “límite social” que nos pone un freno a la hora de consumir alcohol.
“Cuando las personas toman, hay un espacio social que los controla y les recuerda cómo hay que comportarse en relación a ciertas normas, códigos, en qué situación se llega al trabajo o una reunión, etc. Y, como durante la cuarentena no vamos a estar expuestos a este límite social, puede ser que no logremos darnos cuenta de que estamos pasando a un consumo más preocupante”.
También, el especialista indica que las bebidas alcohólicas son “potenciadores de emociones”, por lo que podrían tener en nosotros efectos negativos, ya que podría ponernos más eufóricos e intensos; además, puede desencadenar a desajustes conductuales, excitación psicomotriz, conductas agresivas o a un cuadro de intoxicación, como el coma alcohólico.
Además, el alcohol altera la estructura del sueño, lo que nos llevaría a sufrir de más estrés, ansiedad, y malestar. También puede provocar alteraciones cognitivas, falta de energía e irritabilidad.