Ya vivimos una pandemia, pero por suerte la comida ahora es diferente 👌
Muchos de nosotros comparamos el 2020 con la Edad Media pues el coronavirus nos hizo revivir la famosa pandemia de la Peste Negra que terminó con gran parte de la población hace tantos años.
A pesar de lo anterior, la diferencia de las épocas es abismal en todos los sentidos, y como siempre, la comida no queda exenta de esto. ¿Quieres saber como se comía en la Edad Media?
La comida
La comida medieval reprodujo todo lo heredado del Imperio Romano; el aceite de oliva, el vino y el trigo eran productos esenciales. Para el pueblo, la alimentación estaba basada en harinas y cereales, podían ser cocidos con leche o agua, en forma de gachas (como la avena que actualmente comemos) u horneados, en forma de pan. Estas preparaciones podían freírse, calentarse y transformarse. Eran también muy comunes las sopas de pan.
Cuando los campesinos podían comer algo de proteína, difícilmente comían carne de res, pues eso significaba comerse sus herramientas para el arado. Pero sí incluían en su dieta leche y derivados. Las carnes que comían eran, más bien: pollo, cordero y cabrito.
La realidad es la dieta no alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de la población y la gran mayoría de los campesinos vivían a la orden del día. Sin embargo, el consumo de cerveza y vino incluía a todas las clases sociales.
Cerveza para todos
Los fermentados se consumían mucho, pero no se parecían a lo que conocemos ahora. Eran espesos y, para consumirse, tenían que diluirse y edulcorarse, como el hipocrás, un vino al que se le agregaban especias como pimienta, clavo, mejorana y azafrán. Además, estos dos productos eran valorados por su calidad alimenticia, y no por su capacidad embriagante.
Lo anterior también sucedía porque el agua no era apta para beberse; lo más higiénico era consumir alguna bebida alcohólica.
La comida del clero y la nobleza
Para la nobleza y el clero, la comida tenía que ser un espectáculo: platos llenos de color, presentaciones exóticas y sofisticadas para demostrar el poder adquisitivo. Las fiestas que ofrecían duraban días y comer mucho era sinónimo de riqueza y refinación.
Hay muy pocos recetarios sobre esa época pues el conocimiento era trasmitido de forma oral, sin embargo, aún podemos encontrar alguno como Libre de Sent Sovi, que, además de también ayuda a comprender las bases de la cocina catalana.