¡Chefs famosos viajan para cocinar con ella! 🙌
Los mexicanos cada día se hacen más presentes en el mundo, un ejemplo de ello es una mujer llamada Esthela Bueno, quién se levanta cada día a preparar el Mejor Desayuno de Mundo en medio del Valle de Guadalupe, Baja California.
De martes a domingo, desde las tres de la mañana, esta mujer ya se encuentra despierta y lista para preparar cerca de mil 500 platillos, pues ese es número de personas llegarán a pedir las especialidades de la casa.
Desde 2015 La Cocina de Doña Esthela fuera galardonada con la distinción del mejor desayuno del planeta, según la red inglesa de críticos gastronómicos FoodieHub. Sin embargo, antes de esta gran distinción las cosas eran muy distintas para ella.
Su historia
Desde que tiene 10 años está acostumbrada a cocinar. Ha trabajado en todo tipo de lugares, ha guisado en restaurantes para obreros y campesinos e incluso ha horneado pan para repartir a pie en numerosas rancherías.
“La cosa estaba difícil, por eso es que desde que éramos niños andamos en friega. Intentábamos ayudarle a mi mamá en lo que fuera: bordando servilletas para vender, ordeñando vacas, haciendo quesos frescos. Al trabajo nunca le he tenido miedo.”
Ella se casó y tuvo dos hijas, hasta que un día unos amigos suyos compraron un rancho en Baja California y le pidieron hacer quesos y pan. Después de eso la familia comenzó a hacer sus labores en el rancho, hasta que dos años después cerraron por bancarrota.
“Yo no quería una vida de miseria para mis hijos, que luego fueron tres. Entonces hablé con mi esposo y acordamos quedarnos para seguir haciendo lo único que sabíamos hacer: seguir trabajando.”
Un día, una de las señoras para las que trabajaba decidió regalarles una hectárea de un rancho. Durante cuatro años vivieron ahí, sin un techo firme, pero aguantaron y crearon su cocina.
Su cocina
Doña Esthela comenzó a preparar burritos y a vendérselos a los trabajadores de La Lomita, la ranchería que se encontraba junto a ellos, también comenzó a venderles a los maestros y a los niños de la escuela de sus hijos en la hora del recreo.
En un principio hacía sólo rellenos con verduras, pues se habían quedado sin animales y la carne era cara. Los preparaba de frijoles refritos, papa, huevo, repollo y ejotes.
“De pronto me compraban en el mercado, o me hacían pedidos grandes. Preparaba yo sola hasta 200 al día. No me daba abasto. Por eso un día me animé, compré dos tablas, les puse un mantelito y empecé a venderlos aquí en mi casa, como si fuera un restaurante chiquito.”
Con el paso del tiempo el lugar creció y se volvió una leyenda su restaurante siguió cuesta arriba lentamente hasta que, una mañana de mayo del 2015, una llamada proveniente de Inglaterra hizo que La Cocina de Doña Esthela se inmortalizara por siempre.
“Yo estaba tatemando chiles. Sonó mi teléfono. Contesté y me hablaban en inglés. Yo no entendía nada y colgaba. Lo hice cuatro veces. La quinta me pasaron a alguien que sí me habló en español y quien me explicó que era la ganadora de un concurso para elegir al Mejor Desayuno del Mundo. Yo juré que era una broma. Empecé a llorar y les pedí que no jugaran conmigo, que me estaba emocionando”.