Todos los días lloraba por su vida pues ella no era Nazi 😰
La Segunda Guerra Mundial fue un suceso que marcó la historia de mundo, pues los hechos que sucedieron en ese entonces delimitaron la vida de millones de personas. Una increíble cantidad de personas fallecieron en esa época, mientras tanto, los sobrevivientes tuvieron que adaptarse a su vida posterior a la guerra.
Una de las supervivientes de la que no se habla tanto fue Margot Wölk, una mujer que falleció en 2014 a los 96 años, y durante la época de la guerra se jugaba la vida día a día por Hitler, a pesar de que ella nunca fue Nazi.
De forma involuntaria forma parte de la historia, ya que ella era una de las 15 jóvenes que trabajaban como catadora de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Su trabajo consistía en probar los alimentos antes que él para evitar que fuese envenenado.
Historia de Margot Wölk
Según Wölk ante los constantes rumores que aseguraban que los británicos querían envenenar a Hitler, él mando a crear un grupo de 15 mujeres que comieran lo mismo que él. Sin embargo, tanto ella como sus otras 14 compañeras vivían en un estado constante de terror ante la posibilidad de morir.
“La comida siempre era vegetariana, nos daban arroz, fideos, pimientos, guisantes y coliflor”.
Margot Wölk
El terror que les causaba comer la comida destinada a Hitler hacia que tanto ella como sus compañeras se pusieran a llorar cada vez que tenían que comer. Ella recuerda que tenían que esperar una hora después de comer para ver que no estuvieran enfermas y una vez que eso sucedía lloraban de alegría por haber sobrevivido.
Sorprendentemente Margot no era Nazi y en realidad llegó a ese trabajo por casualidad, pues en 1941 su marido estaba en la guerra y ella tuvo que abandonar su hogar a causa de un bombardeo. Después se fue a vivir a una ciudad cercana a Berlín, donde el alcalde la obligó a trabajar como catadora a pesar de que ella no era partidaria de Hitler.
¿Por qué mujeres?
La razón por la que el grupo de catadoras eran exclusivamente mujeres se debía a que los hombres estaban en la guerra, y los que no se encontraban disponibles estaban enfermos o muy viejos, por lo tanto, no funcionaban para los propósitos de ver la comida envenenada.
Por otro lado, no utilizaba judíos porque él no quería tener a nadie en su casa a quien consideraba inferior a los animales y también consideraba que era un honor morir por la patria, por lo cual esa función tenía que hacerla las mujeres alemanas.
Margot Wölk nunca conoció a Hitler
A pesar de ser una mujer alemana ni ella ni sus compañeras eran consideradas lo suficientemente dignas para entrar en la Wolfsschanze. Sólo unos pocos elegidos tenían el privilegio de ver a Hitler en su búnker. Ellas únicamente podían convivir con su perro pastor alemán llamado Blondi.
A finales de 1944, coincidiendo con el avance del ejército rojo, un oficial de las SS ayudó a Margot a escapar, según ella misma relata. Wölk fue la única catadora que sobrevivió ya que el resto de sus compañeras fueron fusiladas en enero de 1945, pues a pesar de haber sido forzadas también fueron cómplices del régimen nazi.
Contradicciones de Hitler
Las mujeres que trabajan cercanas a Hitler, incluyendo Margot, han asegurado que él era vegetariano pues dejó de comer carne después de visitar un matadero porque la carne le recordaba cómo chapoteaban sus chanclos en la sangre fresca. También era muy goloso y de vez en cuando se daba auténticos atracones de chocolate a pesar de tener problemas intestinales. Pero luego se ponía a dieta severa, ayunaba, y en una semana perdía un montón de kilos.